Las cuatro copas de vino bebidas en el Seder de Pésaj se relacionan con las cuatro expresiones libertarias de la esclavitud en Egipto: “Yo sacaré a ustedes…; los salvaré…, los redimiré. Yo los tomaré como pueblo para Mí”(Éx.6:6-7), imprimiendo el carácter manumisor por excelencia de esta celebración. Pero extrañamente, el Halel “Alabanza”(Sal.113-118), liturgia recitada en las festividades y tradicionalmente relacionada con la salvación y redención, sólo la leemos completamente la primer noche y día (en la diáspora también los segundos) de Pésaj, recordando el mismo cántico durante la oportuna ofrenda en el otrora Templo (TB.Pes.64a;Tos.;Maim.Il.Kor.Pes.1:11). Mientras que los restantes días, y aun en el último recordando la partición de las aguas del Mar de Juncos, salvando al pueblo de Israel, se pronuncia sólo la mitad de esta plegaria, y esto incluso por costumbre mas no por Ley (Maim.Il.Meg.UJan.3:7). Si bien hay diversas explicaciones, esta presunta paradoja ayuda a revelar el verdadero significado de la libertad y de Pésaj.
Tres de aquellas cuatro expresiones
refieren al hacer de H’, pero en la última, cuya explicación contigua dice Yo
seré Ds para ustedes. Y sabrán que Yo soy H’, el Ds de ustedes…, refiere al
hacer del hombre. Así, frente a lo que realiza H’ para con Israel, se impone
sobre éste el deber de ser Su pueblo, aceptándolo cumpliendo su voluntad,
concepto también expresado en la reiterada solicitud de Moisés al Faraón: Envía
fuera a mi pueblo para que me sirva [a H’]; al finalizar la construcción del
Tabernáculo: Y sabrán que Yo soy H’, su Ds, que los saqué de la tierra de
Egipto para residir Yo entre ellos(Éx.29:45); así como en la cotidiana oración
del Shemá, al decir Yo soy H’, vuestro Ds, que los sacó de la tierra de Egipto
para ser vuestro Ds.
Claramente, la liberación no se
reduce a la salvación de la esclavitud física del pueblo de Israel
abandonándolo luego a sus pulsiones, tendencias o intereses, sino que posee un
carácter redentor sometiéndolo a H’ mediante una Ley que los libre del dominio
de otros y de sí mismos. Aquí la libertad no es un medio sino un fin,
transformando la salvación en redención, demandando la participación activa del
hombre para ello, distinguiendo así la libertad como autonomía de aquella como
heteronomía. En la primera, el valor reside en la conducta del sujeto no
condicionada por otros, pero aun sometido a sí mismo, a sus deseos, tendencias
o inteligencia. La segunda, enfatiza en la voluntad del sujeto no condicionada
a su naturaleza, residiendo el valor en la conducta obligada del sujeto por una
Ley trascendente, dando sentido al Pir.Ab.6:2: Las Tablas son obra de Ds, y la
escritura era la escritura de Ds grabada (jarut) en las Tablas(Ex.32:16). No
leas “jarut” (grabada) sino “jerut” (libertad), pues no existe hombre más libre
que quien se ocupa en el estudio de Torá, ocupación incluyente de lo cognitivo
y práctico. Así, la salida de Egipto es haber recibido el yugo del reino
celestial, de la Torá y sus preceptos, cuya aceptación nos libra de toda
esclavitud, física, desiderativa, pasional y racional. Pero esta finalidad
libertaria y redentora no se logró completamente, mostrando incluso la
irrelevancia de los milagros para ello, ya que parte de la misma generación
testigo presencial de aquellos, no creyó. Y si bien una vez cruzado el Mar de
Juncos creyeron en H’ y en su siervo Moisés(Ex.14:31), esto fue un sentimiento
por los portentos presenciados, tan fugaz, que tras sólo tres días protestan a
Moisés por falta de agua, carne(Ex.15:22- 16:3), e incluso luego construyendo
el becerro de oro; enseñando que la emuná no resulta de factores externos, sino
que es una determinación axiológica interna reconociendo a H’ por su propia
divinidad, más allá de lo acontezca. Por ello, si todos los milagros son
ciertos para quien los vió. Pero en el futuro su evocación deviene en relato
que el oyente tiende a negar(Maim.M.N.3:50), y aun así testigos directos no
creyeron; visto que ulteriores generaciones sin presenciar nada de ello
vivieron acorde a la Ley, demuestra que quien cree basado en señales, en su
corazón hay un defecto(Maim.Il.I.HaT.8:1).
Y si bien como antes, hoy
prevalece en muchos el sentido autónomo y no heterónomo de libertad, el aspecto
más primitivo y no redentor de ésta, sólo se justifica la mitad del Halel
enseñando que lo principal del deber de alabar y agradecer a H’ no depende de
lo que acontezca al pueblo judío en la historia, sino por permitirnos
reconocerlo observando sus preceptos, posibilitándonos una libertad redentora
en su formato más eficiente, la Ley, para una forma de vida específica. Por
ello, al final de las tres cotidianas plegarias decimos Es nuestro deber alabar
al Señor de todo,… pues no nos ha hecho como las naciones de los demás países
ni nos ha establecido como los pueblos de la tierra[…]nosotros nos
arrodillamos, nos prosternamos y agradecemos ante el Rey de reyes, el Santo,
Bendito es. La otra mitad del Halel, depende de la actualización de dicha
posibilidad cumpliendo con Su voluntad, tornando la libertad en redención.
Rab I. Abarbanel (1437-1508)
refuerza estos conceptos en una era donde los judíos perseguidos, forzados y
asesinados, santificaron el nombre de H’ en público afirmando la observancia de
la Torá sin adoptar cultos extraños. En su comentario a la Agadá pregunta ¿qué
ganamos con la salida de Egipto? Respondiendo simplemente que de no haber
salido, no hubiéramos estado en el Monte Sinai, y por ende tampoco recibido la
Torá y sus preceptos,… Nuevamente, aquella liberación física fue la preparación
para la redentora, recibir la Torá para todas las generaciones, las que han
padecido hambre, persecución, asesinatos y expulsiones y las que no; incluso
quienes estando en los campos de exterminio nazi, intentando cumplir con el
Seder y los demás preceptos, quizás en situaciones peores que la de aquellos en
Egipto, agradecieron a H’ por librarlos de la esclavitud para recibir la Torá.
Y así, entendiendo la verdadera libertad otorgada en la aceptación y
cumplimiento de la Torá, en aquellas realidades se supieron Bnei Jorín “hombres
libres”. Es por ello que la cuarta expresión libertaria, pueblo para Mí, o
pueblo atesorado, elegido, significa la responsabilidad por el deber impuesto
de aceptar dicho yugo, librándonos de las cadenas naturales, sobreponiéndonos a
todo fenómeno esclavizante. Libertad que ningún sistema ético-filosófico ha
podido lograr.
Pésaj, entonces, no es algo
simbólico ni sentimental, tampoco un recuerdo histórico como bien nacional. Es
un presente, viviendo acorde a leyes particulares durante siete días (ocho en
la diáspora), tal como el resto del año acorde a los demás preceptos. Y esto
descubre también la vigente crisis del pueblo judío, donde en Pésaj, el judío
fiel a la Ley no puede beber siquiera un vaso de agua en la casa de quien no lo
es, por no estar su hogar libre de jametz; y donde difícilmente ambos puedan
compartir lo más básico de la vida: la comida, por incumplir uno de ellos las
leyes de cashrut; el trabajo, por incumplir uno de ellos las leyes de Shabbat;
ni contraer matrimonio, por incumplir uno de ellos las leyes de intimidad
conyugal. Por todo esto, mis deseos por un Pésaj casher, viviendo como judíos,
unidos como pueblo y en verdadera libertad.